Refexión lícita

Buenas tengáis mis drugos. Estas vacaciones están siendo realmente intensas, pero no aparto la vista de este blog al que imprimo mis reflexiones. Antes de reportar lo que me ha acaecido os voy a proponer una que me sobrevino ayer.

Tener sexo, que en teoría es lo más natural para nosotros los seres vivos y por tanto debería salirnos gratis, resulta que es un dispendio importante de dinerín, y cuando nos hacemos mayores cada vez más. Fijaos:

Cuando descubrimos nuestra sexualidad en nuestra tierna adolescenca resulta extraño y excitante. Estamos solos en nuestra habitación/sitio íntimo y vamos provando con nuestro cuerpo. En esos momentos no necesitamos más que nuestra mano y un cleenex límpio, y un tiempo más o menos largo. Depende de la persona.

Luego qué pasa. Nos cansamos de hacer solos de bajo y queremos hacer un duo. A esto ya se suma más necesidad de intimidad, espacio, y ciertas cosas que necesiten ambos participantes. Hay quien quiere hacerlo en un hotel, con lo que hay implicado el desplazamiento, comida, etc. Aunque a veces resulta que hacerlo en el cine tiene un nosequé de morboso: entrada del cine, palomitas, sobornos ocasionales a los acomodadores... condones...

Ahí, con los preservativos hemos topao. Vas a las maquinitas expendedoras y por tres te clavan lo que quieren. Además si eres fumador ya ni te cuento, cuanto más fornicas, más cigarrillos post-coitales se te van.
Alguien dijo que hay dos cosas que deberían costar al menos 1.000 euros: las balas y los cigarrillos. Estoy totalmente de acuerdo con lo primero, así algunos países y en concreto los USA se ahorrarían alguna limpieza étnica que otra y una de las mayores causas de mortaldad por negligencia. Pero los cigarrillos... ostras, ¡cada uno que apugine con lo suyo!
Luego nos hacemos mayores. El cuerpo ya no nos responde como antes, hay ciertas partes que no se ponen tan firmes... Claro, hay que tomar viagra, comprar lubricantes... Por supuesto que hay cierto punto que los preservativos no hacen falta, pero es peor el remedio que la enfermedad.

Por tanto os invito a refexionar. Ya que las multinacionales nos intentan controlar los gustos y aficiones, no sería escabellado pensar que también se meten con nuestras necesidades más primarias y privadas, sacándonos jugo hasta de donde se puede. Ahí queda eso.

S.