29/9/08

Pandemias y beneficios

Buenas noches estimados drugos. En esta maravillosa semana en que las clases vuelven a la carga con los alumnos (notad que no digo justo lo contrario porqué en la universidad el concepto de ‘alumno’ pierde contacto con casi todos los preceptos de la vida estudiantil anterior) me ha dado tiempo para hacer un poco de compras. En concreto un pequeña visita al badulaque chino de Arco de Triunfo en busca de boles de fideos instantáneos me ha llevado a hacer una de mis reflexiones sobre la vida humana que a veces me vienen.

Me he dado cuenta que no hay mejor momento que este para comprar productos importados de China, y la razón es muy sencilla: hay más controles sanitarios en el sector de lo que viene siendo habitual.

Creo que a estas horas todo el mundo debe estar al corriente de lo que ha pasado con la melamina (o formalina, según otras fuentes) en ciertos dulces que vienen de este país; y que el riesgo de que el mismo caso o parecido pueda extenderse a otras variedades de productos ha causado la alarma general. Como suele suceder en estos casos, la prensa sensacionalista (es decir, el 99’9 de los medios de comunicación) ha puesto el grito en el cielo avisando a la población de que la ingesta de estos caramelos puede producir cáncer.La reacción consiguiente ya me la veo venir… bajada sin precedentes de la demanda, más control que nunca, recelo, chistes capciosos, y carnaza para la prensa que lo único que va a hacer es inflar más y más el globo hasta que ya no dé más de sí.

Con lo cual, tiendas como mi badulaque favorito sufrirán una recaudación menor, y un servidor se verá beneficiado de tres maneras: a) con los mayores controles no se va a escapar ni un solo envase caducado o en mínimo mal estado, b) no voy a tener que hacer cola para pagar, puesto que la amenaza de los malignos dulces cancerígenos ha alejado a la clientela, y c) con un poco de suerte, los precios bajarán.

Pasó hace poco tiempo con la gripe aviar, esa pretendida pandemia que tenía que borrar la humanidad del mapa por su desagradable costumbre de comerse a los pollos (Dios tiene una curiosa manera de castigar nuestros vicios). Fue buena época para comer pollo, estaba baratísimo. Y también hay que recordar la funesta crisis de las vacas locas, que nos tenía que provocar la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (encefalopatía espongiforme en su variante humana)… no me harté de comer churrasco en esa época ni nada…

Dicho esto, espero que la epidemia del año que viene vaya del efecto nocivo que tiene en la retina humana la exposición prolongada a los televisores. A ver como se las apañan entonces. Saludos.

S.

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